“El poeta, que no acepta el lenguaje en su intención puramente racional, ve muchas cosas convergentes y colindantes en términos como razón y locura, e incluso prefiere eliminarlos para aprehender directamente eso que es un loco o un cuerdo”. Estas palabras de Julio Cortázar, escritas hace más de cuarenta años para Humanario, el libro de fotografías de Sara Facio y Alicia D’Amico, se actualizan hoy para hablar de este otro Humanario, el libro de poemas de Juan Carlos Gareca. No solo por el eco entre los títulos, sino porque los escritos tienen esa habilidad: siguen hablando, reverberan en otros textos, convergen, vuelven a decir.
En esa conversación se inscribe este poemario, que también viene a habitar y dar voz a aquellas zonas que están en los márgenes, desciende a lugares inhóspitos y apunta su mirada —a veces piadosa, a veces corrosiva— sobre el bestiario humano que somos. Y para hacerlo se arma de un lenguaje que se disloca hasta pulverizar las categorías impuestas y dejar al desnudo la irracionalidad de la cordura que rige el mundo.
Del prólogo de Gabriela Franco